sábado, 1 de febrero de 2014

Sobre la vida activa y la vida contemplativa

 

 

El hombre, cuerpo y alma, esta llamado a seguir un doble camino: el de la acción y el de la contemplación.

El camino activo comprende: el ayuno, la abstinencia, las vigilias, las genuflexiones, la oración:  “Es estrecha la puerta, y angosta la vía que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran” (Mt 7, 14)

La vida contemplativa consiste en la elevación del espíritu hacia Dios, la atención interior, la oración pura y, a través de estos ejercicios, la contemplación de las cosas espirituales.

El que aspira a la vida contemplativa ha de comenzar por la vida activa… porque es imposible llegar a la vida contemplativa sin pasar antes por la activa.

La vida activa sirve para purificarnos de nuestra pasiones pecaminosas… ya que sólo los que ha sido purificados pueden introducirse en la via contemplativa… San Gregorio el Teólogo dice: “La contemplación sólo está exenta de peligro para los perfectamente experimentados”.

Es preciso entrar en la vida contemplativa con temor y respeto, con un corazón humilde y contrito, después de haber consultado largamente las Sagradas Escrituras y, preferiblemente, bajo la dirección de un director espiritual -staretz- experimentado, y no temerariamente y con una voluntad caprichosa.

Si has abandonado la propia voluntad en una cosa, pero te la has guardado en otra, esto quiere decir que también te la has guardado allí donde creías que la habías abandonado.

Es necesario no abandonar la vida activa, incluso tras haber pasado, a través de ella, a la contemplativa, ya que es una aportación para la vida contemplativa y la ayuda para su elevación.

Sant Serafía de Sarov.
Instrucciones Espirituales.
Irina Gorainoff. Publicacions de l´Abadía de Montserrat. 1987. Pag. 181-182. (Traduccción del catalán por la Fraternidad).