jueves, 28 de marzo de 2013

SAN BENITO Y LA PASCUA



San Benito subraya que la Cuaresma es el tiempo de la esperanza de la Resurrección y así toda nuestra vida para él es una Cuaresma. Si embargo, en este periodo cuaresmal, debemos tener una disciplina especial y hacer renuncias para prepararnos a la Pascua.

San Benito da la indicación de que el monje se someta al abad para despojarse de todo tipo de orgullo o de autocomplacencia, para prepararse al Señor y no encerrarse en sí mismo. De este modo, este periodo del año nos hace entrar más bien en una dimensión espiritual, y no tanto ascética en sentido estricto.
Para san Benito hay tres elementos: oración, estudio, trabajo manual. Conozco muchas personas que se reservan tiempo al inicio de la jornada para reflexionar sobre cómo seguir adelante y luego al final de la jornada para verificar cómo les ha ido. Es un modo de ponerse ante Dios más importante incluso que la recitación de cualquier oración.

Para los  benedictinos, la oración, el trabajo y el estudio forman el equilibrio de nuestra jornada: también en la sociedad hace falta un equilibrio, algo que no es fácil. Responde a la exigencia de poner a Dios en el centro. Pero hay más: el tiempo para Dios es un tiempo que nos regalamos a nosotros mismos. La oración más que un grito que lanzamos a Dios es estar con Dios, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos.


La actitud que nos pide San Benito en tiempo de cuaresma: esperar la pascua con ansia de espiritual alegría (RB 49, 7). Esa es la espiritualidad de la primitiva comunidad cristiana que, no teniendo cuaresma, celebraba el triduo pascual como una espera anhelante del Señor que marchó y prometió volver (viernes santo - vigilia de resurrección).

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