lunes, 10 de abril de 2017

LA VOCACIÓN

En nuestro cómodo mundo actual se percibe claramente la falta de vocaciones religiosas. Los monasterios cierran sus puertas y la edad de religiosos y religiosas cada vez es más avanzada. Los seminarios a duras penas subsisten. Hay muchas formas de sentir la llamada de Dios, unos seremos misioneros, otros profetas, sacerdotes, monjes… Pero lo mejor es llevarla a cabo, no hay temer servir a Dios, todos podemos contribuir de una manera u otra, vivimos en un mundo donde la cristiandad esta en una situación desesperada, los monasterios envejecen, la iglesia se pierde no hay fieles, ni jóvenes que renueven esos monasterios, esos conventos, Abadías, parroquias… La verdad que debemos dejarnos llevar, escuchar esa llamada que nos cambiará la vida por completo, y no tener miedo de decir soy cristiano, no dejarnos humillar, avasallar por comentarios obsoletos de personas con alma manipulada por la oscuridad, servir no es privarte si no ayudar a los mas necesitados, educar con fe, ser humildes… No debemos callarnos, debemos quitarnos los miedos y hacer lo que tu corazón y alma siente, dejarse llevar por la luz, y no  por lo que otros quieren que hagas o seas.  La verdad es que debemos estar atentos a la llamada del Señor, a las señales, abriendo el corazón al Evangelio y si esa llamada se produce no poner excusas... " A otro le dijo Jesús: Sígueme. Le contesto: Señor déjame primero ir a enterrar a mi padre. Le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reinado de Dios. Otro le dijo: Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de mi familia. Jesus le dijo: El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reinado de Dios." (Lucas 9-59,62).
Ser cristiano y servir a Dios es algo maravilloso, algo grande… Ir a las iglesias, conventos, monasterios y Abadías a predicar y escuchar la palabra de Dios, es la mayor paz que podamos respirar. Que en nuestros corazones resuene con alegría que somos Cristianos y pertenecemos a la cristiandad, que nadie nos tumbe la fe, caminar y alabad la palabra de Dios y decir que la luz ha vuelto a nosotros.
 La vocación es un compromiso de vida y debemos dejarnos llevar por esa llamada y no escuchar las voces del mundo que nos quiere dejar en la oscuridad. Debemos ser ejemplos vivos de la Palabra para que en nuestros corazones resuene la alegría de ser discípulos auténticos de Cristo Resucitado.
Cada uno tenemos un sitio en el Plan de Dios, no podemos cerrar los oídos ni el corazón a la voz que nos dice Ven y sígueme, no podemos ponerle excusas. El Reino de Dios es de los valientes y debemos hacer fructificar los talentos, dones, que se nos dan.  Porque al que mucho se le dio mucho se le pedirá.

Frey  ++José María






miércoles, 1 de marzo de 2017

CARTA A SANTA MARIA MADRE





Aquí estoy en tu presencia, soy tu hijo José María.
Tiene que haber sido para ti un trabajo inmenso ponerme en el camino de la Verdad. Me he escondido siempre de todos, incluso me he escondido de mí mismo porque nunca me he gustado. Siempre he pensado que estaba solo, abandonado a mi suerte; y de pronto, circunstancias de tu amor, he visto tu mano tendida hacia mí invitándome a iniciar de nuevo el Camino de la autentica Vida.
No ha sido fácil ir desprendiéndome de la costra que me atenazaba, que me sujetaba, que me ahogaba en un pantano oscuro y aunque todavía en el caminar encuentro dificultades vislumbro en medio de la niebla el corazón de tu Hijo.
Pero aquí estoy!!!, con fuerza, con ilusión, caminando con mis hermanos, cogidos de la mano, corazón con corazón, luchando por el Reino de Dios, por la Justicia. Ya no me importan las zancadillas, las calumnias, la incomprensión de los que me rodean porque sé que tu estás ahí, dispuesta a levantarme cuando me caiga.
El camino no es fácil, sabes cuanto sufro en muchas ocasiones, que yo me imaginaba que el volver sería mas sencillo, pero me equivoqué el pasado sigue golpeando, no hay momento que te recuerden lo que eras, pero no ven el que empiezo a ser , me juzgan sin conocerme solo por mi pasado, no soy muy bien aceptado entre muchos por lo que cuentan sobre mi, pero madre solo tu sabes bien mis andaduras todo cordero se aleja de su rebaño en alguna ocasión, lo mas importante es volver a unirse.
Desde que intento reconstruir mi alma y mi fe, estoy siendo puesto a prueba pero si algo bello he obtenido es que con fe todo se puede hacer mas fácil, da igual cuantas veces intenten alejarme, yo se lo que estoy haciendo y ahora que por fin encontré la luz, no voy alejarme, he conseguido controlar todo el mal que brotaba de mis entrañas, el odio, la ira, el rencor…
Solo le pido Madre que me protejas sobre tu manto, déjame sentir tu calor, que es sosiego de mi alma, paz que encuentra mi corazón. Nunca más volveré a alejarme de tu lado. El camino se abre y la luz me ilumina, siento como mi alma es reclamada por la llamada de Dios, pronto seré un pobre Caballero de Cristo, sentiré la divina bendición, la pureza de mi alma y la renovación de mi fe, ya no mas sufrimientos Madre, ahora estoy donde tu querías que estuviera, a tu lado defendiendo la cristiandad, protegiendo a tus hijos de la estrecha observancia del Cister, ahora me pondré a tu servicio y al de Dios para ayudar, servir y proteger.

Muchas gracias Madre por estar siempre cuidándome.


Frey Jose María Justicia

martes, 28 de febrero de 2017

Tiempo de Cuaresma

Mañana, día 1 de Marzo de 2017, es Miércoles de Ceniza: empieza la Cuaresma. Pero ¿qué es la Cuaresma?
Podemos quedarnos con la idea, más o menos tradicional y más o menos ortodoxa, de que la cuaresma es un tiempo de arrepentimiento, de penitencia, de ayuno y de abstinencia. Pero, a fuerza de repetir esto de forma cada vez más automática, corremos el riesgo de quedarnos con la parte más superficial de algo con mucho mayor alcance y, finalmente, no entender nada.
En una carta de Santa Clara de Asís a Santa Inés de Bohemia, la primera escribe: Pero como nuestra carne no es de bronce, ni nuestra fortaleza es la de la roca, sino que más bien somos frágiles y propensas a toda debilidad corporal, te ruego, carísima, y te pido en el Señor que desistas con sabiduría y discreción de una cierta austeridad indiscreta e imposible en la abstinencia que, según he sabido, tú te habías propuesto, para que, viviendo, alabes al Señor, ofrezcas al Señor tu obsequio racional y tu sacrificio esté siempre condimentado con sal.”
Y es que, como bien dice la santa, lo importante de toda práctica religiosa no es la forma, sino el fondo: el "condimentado con sal".
El término Cuaresma aparece en repetidas ocasiones en la Biblia. En la cultura semítica el término cuarenta alude, no tanto a una cifra matemática, como a un proceso estricto, exigente, de preparación para algo posterior pero fundamental, tanto que nos va la Vida en ello. La Redención del Hombre, de todos y cada uno de nosotros, es Algo que Dios está dispuesto a regalarnos, que Dios pone al alcance de nuestra mano o, más cierto aún, que Dios pone al alcance de nuestra voluntad. En efecto, por decirlo en román paladino, Dios está dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva con la Humanidad, solo requiere que nosotros pongamos nuestro empeño, que colaboremos. Los que han sido, los que somos y los que serán después de la Crucifixión de Cristo estamos teniendo una ventaja respecto de los contemporáneos de Jesús. Estos vivieron durante treinta y tres años el proceso de Salvación, pero sin saber como iba a acabar aquello, condicionados por profecias que los tiempos se habían encargado de tergiversar, dominados por un pueblo pagano, en un mar de confusión, mientras que nosotros vamos por un camino recorrido antes por muchas generaciones. Seguimos teniendo el mismo tipo de dificultades, pero estamos en condiciones de tener muy claro qué tenemos en juego.
Pues bien, esa aceptación que Dios requiere de nosotros para culminar el proceso de salvación pasa por una toma de conciencia por nuestra parte y requiere un gran esfuerzo. No se trata de "pasar por ventanilla" y retirar el paquete que nos han dejado. Es un proceso que previamente hemos de meditar, asumir e instalar en nuestro corazón. Para esto es el tiempo de Cuaresma.


Non nobis, non nobis, Domine, sed nomini tuo da gloriam.


Frey ++ Fernando Vazquez Brea






lunes, 30 de enero de 2017

SILENCIO/DESIERTO

Todos en la vida llega un momento en el que debes guardad pleno silencio, por preservar el Orden y la autoridad, y es cuando ves que te presionan por varios frentes y no sabes que hacer, todo gira entorno a ese silencio, ves cosas que no crees, ves como lo que quieres decir no puedes y otros intentan llenar o alejar ese hueco que esta callado, ese dolor, ese momento en el que deseas gritar y decir hasta aqui hemos llegado, pero piensas friamente y sigues callado, sufriendo en silencio, esperando ansioso que llegue ese momento, pero todo se hace eterno, la desesperación nos colma en algunos instantes, pero siempre encuentras el Silencio.


.Cuando somos enviados al desierto, estamos solos, aprendemos a sobrevivir, a reflexionar, a ver y caminar entre las sombras, sentimos miedo, inseguridad, perdemos lo que mas queremos, llevamos continua vemda en los ojos, que nos ciega de la verdad, sientes el dolor, la desesperación, nos volvemos frios, manipuladores... Pero cuando dejas el desierto te haces un ser especial ves con mas claridad, sabes cuando te mienten, cuando un abrazo o un beso es falso, aprendes a valorar, amar, nos hacemos fuertes, maduramos a base de las experiencias vividas, de los errores cometidos, sabemos ignorar el dolor, ocultar la verdad, sonreir cuando quieres llorar, aprendes a tragarte los problemas... 
La vida siempre nos enseña. Cuando uno ve que esta en ese desierto siempre pide respuestas, pero nunca llegan...

Frey + José María 



miércoles, 7 de diciembre de 2016

MEDITACION: Templarios en el siglo XXI. ¿Por qué y para qué?

ORACIÓN: "Guía, Señor, mis pensamientos para que este escrito no constituya piedra de escándalo, ni de confusión, para quien lo lea". Amén.

Aproximación
La aproximación a la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Jerusalém se produce de muy diversas formas. Casi siempre el primer conocimiento, nominativamente hablando, se produce en torno a la figura de los Caballeros Templarios. Podríamos decir que se trata de  una vía épica de acercamiento a la Orden. Nos llaman la atención sus aspectos más externos, su historia real o legendaria,... Y aquí es donde empieza el problema porque las lagunas históricas, causadas unas veces por el propio devenir de las circunstancias y otras por la discrección característica de todos los monjes y de estos en particular, favorecen la carrera alocada de nuestra imaginación o, lo que es peor, la manipulación realizada con intereses espurios que, incluso, llegan a ser sectarios. Así las cosas, no es, como dicen algunos, que haya habido o haya un Temple secreto, es que resulta difícil discernir, entre tanto error, dónde está la verdad, la autenticidad y la buena intención.
Estas líneas obedecen a la experiencia, que de seguro no es única, de un aspirante a Pobre Caballero de Cristo. Le podríamos llamar por su nombre, pero esta história es generalizable y no tiene dueño o, mejor dicho, pertenece al Temple y por el Temple a Dios.

Primeros pasos, primeras trampas.

Cuando descubrimos el Temple por primera vez, resulta fácil enamorarse de él. Suele ser un "amor a primera vista". Es la primera trampa en la que muchos caemos.  Es frecuente que, con independencia de edades, nos sintamos atraidos por los aspectos más épicos de su historia pasada. Pero eso, o sirve para recuperar la verdadera historia de  la Orden, lo cual es interesante, aunque para ello no haga falta ser templario, o sirve para un entretenimiento tipo "novela de aventuras" con lo que solo conseguiremos evadirnos y probablemente separarnos de la verdad. 
Como consecuencia de este primer enfoque hay muchos que sienten la tentación de reinstaurar la Orden tal cual. Pero los anacronismos no suelen ser buenos porque nos  apartan de la realidad, siembran la confusión entre las personas y ademas no debemos olvidar que solo la Iglesia Católica tendría la potestad para ello, si hubiera una posibilidad, en Derecho Canónico, de contravenir la bula "Vox in Excelsis"
Hay incluso otro peligro aún mayor que el anterior y derivado, como una perversión, del mismo. Las lagunas documentales en la historia  del Temple son enormes. La discrección de estos monjes ha facilitado la aparición de leyendas de todo tipo. En esa maraña de errores, leyendas y falsedades, urdidas por intereses espurios, es muy fácil perderse. Lamentablemente, hay muchas personas bienintencionadas que terminan soñando con un Temple que, creo, nunca existió. Es posible, más bien probable, que los Pobres Caballeros de Cristo tubieran interés por conocer de primera mano la vida de Jesús, su entorno, hechos perdidos en el olvido,... En mi opinión y considerando que es un tema que puede llevar a muchos, como los está llevando, a la perdición, este camino debe recorrerse con muchísima prudencia y discrección. Tomemos un pequeño ejemplo. Hay algunos documentos, creo que auténticos, en los que se habla de Secretum Templi. Traducido literalmente sería Secreto del Templo, lo que en mi opinión, sería como un sello de confidencialidad, no más que cuando cualquier organización de hoy día pone "confidencial" en algún escrito, para advertir a los que lo leen, miembros de la propia organización, que no deben difundir su contenido. Es lógico que los monjes hicieran eso y que encriptaran sus escritos porque, no lo olvidemos, eran soldados en guerra. La confidencialidad era vital para sus batallas y su supervivencia. Pues bien, hay quien ha querido justificar con ello la existencia de un Temple Secreto, cosa que, de haber sido cierta, bien se habrían cuidado sus miembros de dar indicios siquiera de su existencia. Además, al amparo de esta hipótesis, se han desarrollado una serie de rituales de magia, demonología, etc., muy respetables, si con ello se acercaran a Dios, pero que, sinceramente, creo retirados del auténtico pensamiento templario.
Como podemos ver, es tal la confusión que hay en torno al Temple que resulta muy fácil desviarse del camino correcto. Hay numerosas trampas que encandilan las almas bienintencionadas pero carentes de conocimiento y poco prudentes. Esta dificultad, sin embargo, antes de amilanarnos, debe darnos ánimos, ya que tal es la fuerza espiritual del Temple, que sus enemigos, muchos y muchos camuflados, intentan evitar su crecimiento, axfisiarlo y eliminarlo por inanición. Ni más, ni menos que ocurre con el auténtico cristianismo. Se trata por tanto, de un auténtico "tesoro", confusamente deseado por muchos que sin embargo, frustrados porque no son capaces de alcanzarlo en su ceguera, desean evitar que otros lo consigan, sembrando confusión como si de un campo de minas se tratara.
Es necesario, por tanto, extremar la prudencia y actuar con sabiduría, recurriendo al consejo de los que creamos más sabios que nosotros y meditando, sobre todo meditando, todo esto en nuestro corazón. Recordemos como ejemplo y guía lo que dice el Evangelio: que la Virgen María “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, referiendose a los acontecimientos en torno a su Hijo.

La misión primigenia del Temple ¿es válida hoy?

En su origen, los Templarios lo único que pretendían era proteger a los peregrinos que iban a Tierra Santa de los salteadores, de las razias musulmanas, de las fieras (recordemos como la Regla les prohibía la caza, salvo la del león),...
Esta actividad la extendieron a otras rutas de peregrinación, como el Camino de Santiago. Pero ¿qué significaba entonces una peregrinación?
Recurramos, por un momento al diccionario de la R.A.E. La primera acepción del verbo peregrinar es: Andar por tierras extrañas. Si generalizásemos esta expresión, podríamos asimilar "tierras extrañas" a este propio mundo, donde los hijos de Dios podemos sentirnos extraños y perdidos. El verbo "andar" sería asimilable a vivir. No parece que asimilar a todo humano a un peregrino sea algo descabellado e incoherente. Tan es así que el propio diccionario recuerda una tercera acepción: En algunas religiones, vivir entendiendo la vida como un camino que hay que recorrer para llegar a una vida futura en unión con Dios después de la muerte.
Tomemos, de momento, esta acepción. Huelga decir que este "peregrinar", que es la vida, está lleno de peligros, desde los puramente físicos a los más sutiles para la psique y el alma. Por tanto, no parece descabellado pensar que un grupo de personas se organicen de forma que ofrezcan esa protección a los que la necesiten y la demanden. La finalidad está clara: proteger y ayudar a quien, por sí mismo, no puede hacerlo. Esta Misión parece tan vigente hoy como ayer por lo que adoptarla como objetivo nuestro sigue pareciendo loable, igual que antaño.
Pero, ¿por qué actuar bajo el manto de una Orden suspendida ad divinum?
La respuesta podría ser, en principio y aparentemente, muy simple. Es una mera cuestión psicológica: se trata de buscar nuestra fortaleza mental en la recuperación del espíritu de una institución que durante dos siglos estuvo al servicio del hombre en su caminar en presencia de Dios.
Esto que acabamos de expresar de una forma, digamos, académica no es una cuestión baladí, ni un romanticismo dieciochesco trasnochado. Es algo mucho más profundo. Los Pobres Caballeros de Cristo tenían una "Fuerza" especial, algo que imprimía carácter, algo que es lo que yo llamaría el "tesoro del Temple" (nada material, por supuesto) que es lo que permitió que se convirtieran en soporte del cristianismo durante casi dos siglos, hasta su "suspensión". Llegamos así a una etapa de la historia del Temple que yo rechazo llamar desaparición, caída o término similar. Y es que, igual que nadie muere, como no sea en el plano puramente físico, el espíritu del Temple tampoco desapareció. Es ese espíritu, con su fuerza especial, el que hoy tendríamos que recuperar. En absoluto podemos tratar de recuperar la Orden en su aspecto más material. Eso, si llegara, tendría que ser de la mano del Papa: solo quien la creó y luego la dejó en suspenso, tiene la potestad de restaurarla. Y ello suponiendo que sea salvable la prescripción de la bula de suspensión que decía ser "una sanción irrefragable y legítima perpetuamente". Estamos hablando, lógicamente, de la Orden como institución. Nada impide que, con el mismo espíritu, asimilándonos a aquellos históricos templarios, asumamos su misma misión.

Causas de la suspensión de la Orden

Para empezar, analicemos las causas de la "caída" del Temple. Es muy fácil echar la culpa de nuestros errores sobre las espaldas de los demás. Decir que Felipe IV de Francia urdió una trama para acabar con el Temple con la aquiescencia de un Papa débil, Clemente V, es quedarnos en lo superficial y participar en el juego de quienes buscan en la ambigüedad, causada por lagunas históricas, el caldo de cultivo para desarrollar sus intereses. Intereses que tal vez sean bienintencionados, pero, cuando menos, aparentan ser mercantilistas, si no peores.
Cualquier organización humana es una comunidad de seres vivientes en un entorno cambiante. Esto quiere decir que se puede y se debe mantener el espíritu de la institución, pero los medios a utilizar, los métodos de trabajo y algunos aspectos formales, deben ajustarse a los nuevos tiempos. El objetivo primigenio y fundamentel del Temple era la ayuda y defensa del peregrino. Y para ello aportaban el conocimiento de sus artes: las artes de la guerra. Eran caballeros que habían recibido, antes de su ingreso en la Orden, desde una temprana edad, tan temprana que con ella no podían ser admitidos en la Comunidad,  una formación estricta en el manejo de las armas y nada más. Muy pocos de ellos tenían otra formación.
El riesgo de estar en este mundo es dejarse arrastrar por las corrientes que fluyen alrededor. A los reyes, primero de Jerusalém y luego del resto de Occidente, disponer en sus territorios de una fuerza armada "gratuita" para hacer frente a los musulmanes les suponía una ventaja a la que no estaban dispuestos a renunciar. Así, progresivamente, la modesta fuerza de apoyo al peregrino se convirtió en un potente ejército. Esto estuvo muy bien mientras fue estrictamente necesario, pero al rey Felipe, dejó de serle necesario. Es más, llegó a ser molesto el tener en Francia tan potente ejército con el que además tenía una cuantiosa deuda económica. De hecho fueron los manipulados tribunales franceses los únicos que condenaron a los Templarios.
El error templario estuvo en crecer  para prestar apoyo a los intereses de la defensa de los reinos cristianos, no por ambición, sino en el convencimiento de que era su obligación. Ello requería un soporte financiero que inicialmente no tenían. De ahí a convertirse en una potencia económica ambicionada por sus enemigos mediaron pocos años. De ahí a verse involucrada en la maraña mundana que hace perder el Norte, cuando no oscurece la razón, pasaron posiblemente no más de nueve años. Se convirtió en un imperio que, como todos los humanos, terminó cayendo.
Hoy
¿Por qué, entonces, nuestro interés en seguir sus pasos? ¿Por qué, si se equivocaron, no crear mejor una O.N.G. al uso de hoy? Y sobre todo ¿porqué no limitarnos a ser un grupo más de caridad o una asociación religiosa, la clásica Orden Tercera?
No podemos caer en el mismo error de tantas organizaciones neotemplarias que, de una u otra forma, quieren ser los herederos de una tradición templaria que previamente han desarrollado a partir de una historia llena de lagunas. No se trata de seguir sus pasos porque tropezaríamos en la misma piedra, sino de recuperar su espíritu primitivo y proyectarlo en nuestro tiempo. Se trata de resucitar el espíritu que animara a San Bernardo, en su Loa a la Nueva Caballería, a apoyar a estos nuevos monjes contra viento y marea. En este línea de trabajo, deberíamos preguntarnos por qué San Bernardo, un pensador tan potente, podía apoyar la fuerza bruta, la guerra,...El santo era conocedor de la realidad en que vivía y comprendía que sus monjes poseían una fuerza intelectual y moral muy grande, pero eso no era suficiente para enfrentarse a ese mundo que Jesús mismo había anunciado al decir a sus discípulos "os envío como corderos en medio de lobos". Resultaba inimaginable que estos monjes fueran capaces de defenderse a mandobles si llegaara la ocasión o defender a otros que lo precisaran. Tampoco era cuestión de formar un grupo de gente en un arte, el de la guerra, que él mismo no dominaba, porque carente de toda disciplina moral podía llegar a convertirse en una fuerza de avasallamiento del débil. La propuesta procedente de Tierra Santa le aportaba la solución: unos caballeros ejercitados casi exclusivamente en las artes marciales, con unos principios reconocidos que, aunque en el común de la caballería se había pervertido, persiguiendo beneficios y glorias mundanas, todavía constituía fuente de personas capaces de poner al servicio de los demás su habilidad con las armas y su propia vida. Esto es algo que en los rituales de ingreso al uso en las organizaciones neotemplarias se olvida. El aspirante a ingresar en el Temple debe haber sido armado caballero antes de que el capítulo de la Orden lo admita. No se trata de privilegios, ni de limitar el acceso a la Orden a un hipotético "estado noble", sino de asegurar que quien ingresa en la Orden, ha sido capaz de demostrar, ya en la vida ordinaria, que está dotado de las virtudes  necesarias para las batallas espirituales que tendrá que acometer como templario. Puede admitirse hoy día que el aspirante sea armado caballero en una primera sesión y luego se someta al ritual de aceptación por los hermanos. Pero confundir una cosa con otra, es no haber entendido el espíritu de los Pobres Caballeros de Cristo.
Resulta curioso y no sé si es fruto de la hipocresía o de la estulticia, que nadie se extrañe de ver como los monjes budistas se ejercitan en las artes marciales y que, sin embargo, se mofen de las ordenes de caballería, especialmente del Temple.
Repasemos, entonces, cuál era y cual debe ser nuestro motivo fundacional.
Para ello nada mejor que revisar la Regla Primitiva. Esa Regla de Vida que empezaba diciendo: "Nos dirigimos, en primer lugar, a todos aquellos quienes, con discernimiento, rechazan su propia voluntad y desean, de todo corazón servir a su Rey Soberano como caballeros y llevar, con supremo afán y permanentemente, la muy noble armadura de la obediencia (...)" El comienzo no puede ser más claro. Empieza exigiendo a los aspirantes a ingresar en la Orden:
I.                   Renuncia de sí mismo (de su voluntad) como suprema expresión de pobreza.
II.                 Deseo consciente y persistente (de todo corazón) de servir a Dios, único rey soberano por derecho propio.
III.              Una capacidad de obediencia que ha de ser extrema y permanente, en el convencimiento de que esa actitud les protegerá contra los enemigos de este mundo.

Estas tres potencias eran atributos por los que la caballería laica tradicional abogaba, pero a favor de un poder terreno que se suponia ejemplar. Lamentablemente, como dice la Regla,en su segundo artículo, no siempre mantenía su "amor por la justicia". Se trataba de rescatar de esa caballería a aquellos que intentaban mantener esa línea de actuación, pero que, con la solitaria fuerza de sus armas, no podían hacer nada frente a los poderosos. Curioso, pero no dice nada de los musulmanes, ¿para qué si tenían los mismos defectos o peores en su tierra?
Concretando: estamos tratando de recuperar una fortaleza de espiritu que el Temple terminó por perder con el paso de los años, arrastrado por las turbias aguas de los intereses de los poderes fácticos.
Este fortaleza espiritual es la que nos difereciará de una simple O.N.G., y lo digo desde el máximo respeto a estas organizaciones que realizan un encomiable trabajo.
Pero es que además, queremos ir más allá de la mera satisfacción de necesidades materiales. El espiritu caritativo cristiano no termina ahí. Este espiritu se pone en pie de guerra cuando oye la llamada desesperada del perseguido por la justicia, basada en una ley injusta; cuando un poderoso individual, comunal, societario o estatal arroya al débil, sin recursos adecuados para defenderse; cuando entes abstractos, tras los que se esconden intereses espurios, confunden a los pequeñuelos del mundo, sumiéndolos en un materialismo absurdo; cuando "movimientos" sociales o políticos manipulan las mentes indefensas; etc, etc.
Por todo eso es preciso recuperar el espíritu templario. Por todo eso y porque solo con el respaldo de nuestro Rey Soberano que lo es de todos los hombres, lo llamemos como lo queramos llamar, podremos ganar batallas, espirituales o materiales.
Solo me queda hacer un último apunte que no debemos perder de vista quienes, desde la Fé católica queremos recuperar el espíritu de los Pobres Caballeros de Cristo. Con él se entenderá por qué prefiero hablar de Pobres Caballeros de Cristo antes que de templarios.Establece la antes citada bula de suspensión de la Orden que prohibe "expresamente a cuelesquiera que sea entrar de ahí en adelante en dicha Orden, recibir o llevar su hábito, ni hacerse reconocer por Templario, y a quien contraviniere incurrirá ipso facto en la sentencia de excomunión." Creo no equivocarme al asegurar que en todo el texto de la bula se habla del Temple y de los templarios, pero no de su denominación oficial como Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Jerusalém. De alguna forma, que no puedo asegurar fuera intencionada, parece como si el Papa Clemente V hubiera querido suspender la Orden, pero no su espíritu.


Non Nobis, Domine, non nobis sed Nomini Tuo da Gloriam






Fernando  Vázquez Brea -Novicio+

martes, 16 de diciembre de 2014

CRISTO ES LA LUZ

 
Cristo es la Luz ¿Qué significa la luz? La luz ilumina el mundo para que el hombre pueda ver y orientarse. Ilumina los caminos de la vida y pueden por eso ser recorridos. Es la claridad en la que el hombre puede orientarse. Pero toda luz terrestre es amenazada por las tinieblas y termina por ser ahogada en ellas. Por muy radiante que amanezca el so...l sobre la tierra y por mucho que bañe en su luz todas las cosas, siempre se pone y el mundo se hunde en sombras y oscuridad. El sol terrenal sólo vence a las sombras por unas horas; incluso en esas horas no del todo. Su claridad, por más brillante que sea, siempre es una mezcla de luz y sombras. Pero lo que ninguna luz terrestre puede iluminar es la tiniebla del espíritu y del corazón humanos. La luz que el hombre ansía en lo más íntimo, no se encuentra en este mundo. El hombre anhela el esclarecimiento de la existencia, la interpretación de la vida, la solución de todos los enigmas, la respuesta a esas preguntas que siempre le queman: "¿Por qué? ¿Para qué?..." Anhela, en fin, una existencia clarificada. La claridad le podría llevar a liberarse de la opresión y la angustia, sobre todo de la angustia de que se le haya perdido el sentido de la existencia, de que quizá no le tenga. Sólo la vida iluminada y clara sería verdadera vida: vida en la alegría y felicidad, en la paz y en la salud. Quien pudiera darle la luz le daría la vida verdadera. Sin luz que ilumine la existencia, la vida es insegura y angustiosa, abandonada y paralítica.
En la tiniebla humana, Cristo grita: "Yo soy la luz del mundo." El es la verdadera y auténtica luz de la que no son más que símbolos todas las luces humanas. La luz terrenal sólo logra imperfectamente lo que Cristo hace. El es la luz, a cuyo brillo se esclarece la gloria de Dios y el sentido del mundo y que brilla desde el principio de la creación. Los hombres habrían podido verse a esta luz siempre auténticamente, es decir, como criaturas; habrían estado siempre iluminados por la luz de Dios y habrían tenido la posibilidad de entenderse a sí mismos correctamente. El mundo era para ellos revelación de Dios. Pero se cerraron a esa revelación y por eso perdieron la visión auténtica del mundo y de sí mismos. Cayeron en la locura de la autonomía, en la tiniebla, y ya no volvieron a entenderse, porque no se veían ni querían verse como criaturas de Dios; perdieron el camino y no lo volvieron a encontrar; por eso andaban errabundos y a tientas. En esa obcecación se robaron a sí mismos la verdadera vida libre y alegre. Las tinieblas y la muerte se hicieron sus vecinas. Representante y señor de la humanidad caída en las tinieblas es Satán. Matando el verdadero saber sobre sí mismos, mata en ellos la vida verdadera; es, por tanto, criminal y engañador.
CIEGO: Desde la Encarnación, la Luz brilla en las tinieblas. Cristo es quien trae la luz a las tinieblas de la historia humana. La curación del ciego de nacimiento es un símbolo de esto; en ese milagro no debemos ver sólo una ayuda momentánea que Cristo presta misericordiosamente a un hombre; si sólo tuviera ese sentido, sería un episodio insignificante en un mundo en que viven miles y millones de ciegos sin encontrar quien les cure; pero tiene gran importancia; en ese milagro se hace patente la función de Cristo ante la Historia y ante los mismos individuos. Cristo ilumina la vida humana de forma que sentimos que somos nosotros mismos; porque en Cristo logra el hombre la verdadera y clara mirada sobre sí mismo. En El se reconoce como criatura, como abandonado y, a la vez, como redimido. En El se ve como debe ser visto desde Dios, y logra así la verdadera medida y norma de su vida; pues Cristo le enseña a medirse y valorarse conforme a Dios, Cristo le lleva, pues, a la verdadera conciencia de sí mismo; toda otra conciencia es una ilusión. Sólo los iluminados por Cristo ven de veras: todo lo demás son pasiones y fantasías. Fantasean de superhombres, de hombres divinos, de paraíso terrestre. Sólo Cristo da un saber verdadero sobre la vida y el mundo. Quien ve el mundo a la luz de Cristo no se hace de los hombres ilusiones y esperanzas que no puedan ser cumplidas en la Historia; no cuenta con el progreso eterno, con una curva siempre ascendente de bienestar y armonía. Ve al mundo y al hombre con claridad y sin ilusiones, y sin embargo no es escéptico. Al ver los pecados y escombros de la tierra no cae en la desilusión o se resigna o desespera de forma que sólo pueda librarse por la diversión y distracción; para él ilumina Cristo con sus palabras de amor una nueva realidad, en la que el hombre puede poner su esperanza última e incondicional: esa realidad es el amor de Dios, que el hombre a la luz de Cristo ve destacarse en todas las sombras y tinieblas terrestres, en los peligros y amenazas de esta vida, en todas las traiciones y bajezas humanas, en las ruinas y catástrofes de la Historia. Sabe por eso hacia dónde debe volverse para transformarse amando a los hombres y a las cosas del mundo.La iluminación de Cristo no es un fenómeno natural como la del sol, sino que es espiritual. Cristo es la Luz y el portador de la Luz por ser el Revelador. El hombre es, pues, responsable de oír y aceptar la Revelación. Puede cerrarse a ella con orgullo; el orgullo prefiere las tinieblas a la luz. No quiere reconocerse como criatura y se obceca en su orgullo, al precio de dejar sin resolver los enigmas de la vida y sin contestar las eternas cuestiones del por qué y para qué, al precio, pues, de una vida inauténtica, triste y esclava. El orgulloso y autónomo prefiere vivir en la noche y desesperación a vivir en la luz y la alegría, porque esto sólo puede alcanzarlo sometiéndose al Revelador. El desesperado, sea clara o confusa su desesperación, es responsable de ella: es culpable (Cfr. Eranos-Jahrbuch, 10, 1943. Tema general: "Cultos antiguos al sol y simbolismo de la luz en la Gnosis y en el Cristianismo antiguo"). El que se deja iluminar por Cristo, Revelador, logra la verdadera Vida.

TEOLOGIA DOGMATICA III DIOS REDENTOR
RIALP. MADRID 1959.Pág. 270-280



 

jueves, 4 de septiembre de 2014

EXHORTACIÓN A LA CONSTANCIA EN MEDIO DE LA FATIGA Y LA PERSECUCIÓN

De la segunda carta a Timoteo 2, 1-21


Tú, hijo mío, cobra fuerzas de la gracia de Cristo Jesús; y lo que de mis labios has aprendido, con la confirmación de tantos testigos, encomiéndalo a tu vez a hombres fieles que sean capaces de enseñar a otros.

Como buen soldado de Cristo Jesús, entra valerosamente a tomar parte en el esfuerzo común. El soldado que se alista para la guerra no se enreda en las ocupaciones materiales de la vida diaria, si quiere agradar al que lo reclutó; el atleta que toma parte en el concurso no recibe la corona si no lucha según el reglamento; y el labrador que trabaja y se fatiga es el primero que tiene derecho a la recolección de los frutos. Entiende bien lo que quiero decirte, pues ya hará el Señor que lo comprendas todo.

Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Éste es el Evangelio que anuncio y por él sufro hasta llevar cadenas como un criminal; pero el mensaje de Dios no está encadenado. Por eso todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que da Cristo con la gloria eterna.

Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.

Esto has de enseñar, conjurándoles ante Dios a que eviten las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si no es para perdición de los oyentes. Procura con toda diligencia presentarte al servicio de Dios de modo que merezcas su aprobación, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, y va dispensando sabiamente la palabra de la verdad. Evita las supersticiosas y vanas discusiones, porque no conducen a otra cosa sino a un mayor apartamiento de Dios, y sus opiniones se extenderán como la gangrena. Entre ellos están Himeneo y Fileto, que se han desviado de la verdad al afirmar que la resurrección ya ha sucedido; y así pervierten la fe de algunos.

Sin embargo, el sólido fundamento puesto por Dios permanece firme, marcado con esta inscripción: «El Señor conoce a los que son suyos»; y con esta otra: «Que se aparte de la iniquidad todo aquel que invoca el nombre del Señor.» En una casa grande, hay objetos no sólo de oro y plata, sino también de madera y de barro; y unos se destinan a usos honoríficos, otros a usos viles. Así, pues, quien no se contamina con estos errores será un objeto destinado a usos honoríficos, santificado, útil a su dueño, preparado para toda obra buena.