domingo, 23 de diciembre de 2012

IV DOMINGO DE ADVIENTO: MANIFESTACION DEL MISTERIO ESCONDIDO

23 de diciembre
Isaías 51,1-11

1 Escuchadme, vosotros que seguís la justicia, los que buscáis al SEÑOR. Mirad la roca de donde fuisteis tallados, y la cantera de donde fuisteis excavados. 2 Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; cuando él era uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué. 3 Ciertamente el SEÑOR consolará a Sion, consolará todos sus lugares desolados; convertirá su desierto en Edén, y su yermo en huerto del SEÑOR; gozo y alegría se encontrarán en ella, acciones de gracias y voces de alabanza. 4 Prestadme atención, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá una ley, y estableceré mi justicia para luz de los pueblos. 5 Cerca está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; por mí esperan las costas, y en mi brazo ponen su esperanza. 6 Alzad vuestros ojos a los cielos, y mirad la tierra abajo; porque los cielos como humo se desvanecerán, y la tierra como un vestido se gastará. Sus habitantes como mosquitos morirán, pero mi salvación será para siempre, y mi justicia no menguará. 7 Escuchadme, vosotros que conocéis la justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis el oprobio del hombre, ni os desalentéis a causa de sus ultrajes. 8 Porque como a vestido se los comerá la polilla, y como a lana se los comerá la larva. Pero mi justicia durará para siempre, y mi salvación por todas las generaciones. 9 Despierta, despierta, vístete de poder, oh brazo del SEÑOR; despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó al dragón? 10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos? 11 Los rescatados del SEÑOR volverán, entrarán en Sion con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, y huirán la tristeza y el gemido.

Manifestación
del misterio escondido


San Hipólito
Contra la herejía de Noeto 9-12


Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través
de las Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en
todas las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar
profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al Padre como
e desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que
lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea
dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según
nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de
Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer
en las santas Escrituras.
Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el
Señor quiso crear al mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad
y por su palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como él lo quiso
y cuando el lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nada
coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero Dios, siendo único, era
también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder
y su consejo; todo esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando
quiso y como quiso, y en el tiempo por él mismo predeterminado,
manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas las cosas.
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera
invisible para el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra
se hizo entonces visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz que
es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida en el ser de la
creatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre
empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo,
pudiera alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso
aparecer como hijo de Dios; pues, en efecto todas las cosas fueron
hechas por el Hijo, pero él es engendrado únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración
del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en
síntesis todo lo que dijeron los profetas, de mostrando así que es
realmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: En
el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y
la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella
no se hizo nada de lo que se ha hecho. Y más adelante: El mundo se hizo
por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron.

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