miércoles, 22 de mayo de 2013

EL TRABAJO DEL MONJE

Un trabajo que debe asegurar la continuidad y la intensidad de la vida de unión con Dios

Guillermo de Saint-Thierry tiene un precioso pasaje en la "Carta de Oro", sobre la manera de trabajar un monje:

Hay que entregarse a cualquier trabajo manual que nos manden y que no tendrá como meta recrear el espíritu, sino asegurar más bien por los esfuerzos espirituales conservar y mantener la alegría. El espíritu se detiene un momento, no se relaja: fácilmente de este modo puede entrar en sí mismo, cuando le pareciere conveniente sin resistencia por parte de la voluntad, ni oposición por parte de la memoria o del
deleite 23.

Permitidme exponer aquí lo que escribí como comentario de este pasaje en la obra que publiqué en Pain de Citeaux sobre Guillermo:

Sólo un monje que se ejercite en el trabajo manual regular, puede escribir estas palabras, y es necesario estar inmerso en el espíritu de oración para comprender todo su sentido. El monje que aspira estar siempre unido a Dios conoce el valor de estos trabajos manuales monótonos, que no solamente le permiten no perder la presencia de Dios, sino además, aumentar e intensificar su unión con Él por la contemplación.

Se da de lleno al trabajo, pero el alma permanece libre: no se deja "atrapar" por la tarea material.

También igualmente Guillermo ha aconsejado, más arriba lo hemos visto, no entregarse enteramente al sueño ni a la comida. En definitiva, es mantener un señorío sobre los sentidos y facultades.
Guerrico dice juiciosamente, que si se aplica el monje al trabajo con perseverancia, se experimenta con frecuencia que al finalizar éste se gusta la consolación divina: Es como en el Evangelio, al fin del trabajo, el dueño da el "salario" 24. En su sermón 3 de Pascua, dice que a veces se encuentra a Jesús en el trabajo, cuando no ha podido ser encontrado en la oración. Invita a entregarse, a sacrificarse, no excusarse "no cuidar los pies, pues Jesús no cuidó los suyos" 25. Es cierto, con frecuencia los mejores trabajadores que son fieles a la gracia, son los que reciben el don de la unión con Dios:

Jesús gratifica con su visita y presencia a los que caminan con piedad y justicia por los caminos de la vida activa. Algunos de vosotros, si no me equivoco, lo saben por experiencia; frecuentemente tras buscar a Jesús en los altares y capillas, como las mujeres en la tumba, no lo han encontrado; y he aquí que contra toda esperanza, Él se les hace presente justamente en el camino de sus trabajos cotidianos. Estos entonces, aproximándose se han postrado a sus pies, éstos, cuyos pasos no han sido esclavizados por la pereza gracias a su deseo ardiente de Él.

No es preciso pues que tú, hermano mío, economicez tus pasos con demasiado cuidado por los caminos de la obediencia y en las idas y venidas de tu trabajo. Jesús no ha evitado que sus pies los taladraran los clavos, y ahora, no rehúsa recompensar y reparar las fatigas de los tuyos, permitiéndote que tú estreches y abraces los suyos. ¡Ah, qué consuelo para ti! si Jesús se une a ti como compañero de camino y el maravilloso gozo de su conversación te quita lafatiga del trabajo, a la vez que abre tu espíritu para que comprendas los textos de la Escritura, que leías acaso sin entenderlos cuando estabas sentado en casa 26.

1. Op. Cist. 177-180.
17. Var, 39,1 p. 321, T. IV, O.C.
18. Var, 2 p. 51, T. VI, Id.
19. Isabel de la Trinidad, contado por ella misma. D. Cerf, 1980, París.
20. Carta a Laval. El exilio y la gloria, p. 1239, Merton, O.C. B.Aires, 1960.
23. n° 45, pp. 69-70, o.c.
24. Serm. S. Benito, SC, 202,57.
25. Pase, 3,4 p. 336, T. 10, PC.
26. SCant, p. 128ss. Id.
 
 

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