sábado, 29 de diciembre de 2012

EN LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS VINO LA PLENITUD DE LA DIVINIDAD -SAN BERNARDO


Colosenses 1,1-14

1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,
1:2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

1:3 Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
1:4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos,
1:5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del Evangelio,
1:6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,
1:7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros,
1:8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.
1:9 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
1:10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;
1:11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;
1:12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
1:14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.


En la plenitud de los tiempos
vino la plenitud de la divinidad
San Bernardo




Sermón en la Epifanía del Señor 1,1-2

Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al
hombre. Gracias sean dadas a Dios, que ha hecho abundar en nosotros
el consuelo en medio de esta peregrinación, de este destierro, de esta
miseria.
Antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, su
bondad se hallaba también oculta, aunque ésta ya existía, pues la
misericordia del Señor es eterna. ¿Pero cómo, a pesar de ser tan inmensa,
iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no se la alcanzaba
a ver; por lo que muchos no creían en ella. Efectivamente, en distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios por lo profetas. Y decía:
Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Pero ¿qué podía responder
el hombre que sólo experimentaba la aflicción ignoraba la paz? ¿Hasta
cuándo vais a estar diciendo: «Paz, paz», y no hay paz? A causa de lo cual los mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor,¿quién creyó nuestro anuncio? Pero ahora los hombres tendrán que
creer a sus propios ojos, y que los testimonios de Dios se han vuelto
absolutamente creíbles. Pues para que ni una vista perturbada puede
dejar de verlo, puso su tienda al sol.
Pero de lo que se trata ahora no es de la promesa de la paz, sino de
su envío; no de la dilatación de su entrega, sino de su realidad; no de su
anuncio profético, sino de su presencia. Es como si Dios hubiera
vaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco que
habría de desfondarse en la pasión, para que se derramara nuestro
precio, oculto en él; un saco pequeño, pero lleno. Y que un niño se nos
ha dado, pero en quien habita toda la plenitud de la divinidad. Ya que,
cuando llegó la plenitud del tiempo, hizo también su aparición la
plenitud de la divinidad. Vino en carne mortal para que, al presentarse
así ante quienes eran carnales, en la aparición de su humanidad se
reconociese su bondad. Porque, cuando se pone de manifiesto la humanidad
de Dios, ya no puede mantenerse oculta su bondad. ¿De qué
manera podía manifestar mejor su bondad que asumiendo mi carne? La
mía, no la de Adán, es decir, no la que Adán tuvo antes del pecado.
¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia
de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay más
rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa
por nosotros? Señor, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? Que deduzcan de aquí los hombres
lo grande que es el cuidado que Dios tiene de ellos; que se enteren de
lo que Dios piensa y siente sobre ellos. No te preguntes, tú, que eres
hombre, por que has sufrido, sino por lo que sufrió él. Deduce de todo
lo que sufrió por ti, en cuánto te tasó, y así su bondad se te hará evidente
por su humanidad. Cuanto más bueno se hizo en su humanidad, tanto
más grande se reveló en su bondad; y cuanto más se dejó envilecer por
mí, tanto más querido me es ahora. Ha aparecido –dice el Apóstol– la
bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre. Grandes y
manifiestos son, sin duda, la bondad y el amor de Dios, y gran indicio
de bondad reveló quien se preocupó de añadir a la humanidad el nombre
Dios.


domingo, 23 de diciembre de 2012

IV DOMINGO DE ADVIENTO: MANIFESTACION DEL MISTERIO ESCONDIDO

23 de diciembre
Isaías 51,1-11

1 Escuchadme, vosotros que seguís la justicia, los que buscáis al SEÑOR. Mirad la roca de donde fuisteis tallados, y la cantera de donde fuisteis excavados. 2 Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; cuando él era uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué. 3 Ciertamente el SEÑOR consolará a Sion, consolará todos sus lugares desolados; convertirá su desierto en Edén, y su yermo en huerto del SEÑOR; gozo y alegría se encontrarán en ella, acciones de gracias y voces de alabanza. 4 Prestadme atención, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá una ley, y estableceré mi justicia para luz de los pueblos. 5 Cerca está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; por mí esperan las costas, y en mi brazo ponen su esperanza. 6 Alzad vuestros ojos a los cielos, y mirad la tierra abajo; porque los cielos como humo se desvanecerán, y la tierra como un vestido se gastará. Sus habitantes como mosquitos morirán, pero mi salvación será para siempre, y mi justicia no menguará. 7 Escuchadme, vosotros que conocéis la justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis el oprobio del hombre, ni os desalentéis a causa de sus ultrajes. 8 Porque como a vestido se los comerá la polilla, y como a lana se los comerá la larva. Pero mi justicia durará para siempre, y mi salvación por todas las generaciones. 9 Despierta, despierta, vístete de poder, oh brazo del SEÑOR; despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó al dragón? 10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos? 11 Los rescatados del SEÑOR volverán, entrarán en Sion con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, y huirán la tristeza y el gemido.

Manifestación
del misterio escondido


San Hipólito
Contra la herejía de Noeto 9-12


Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través
de las Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en
todas las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar
profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al Padre como
e desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que
lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea
dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según
nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de
Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer
en las santas Escrituras.
Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el
Señor quiso crear al mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad
y por su palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como él lo quiso
y cuando el lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nada
coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero Dios, siendo único, era
también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder
y su consejo; todo esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando
quiso y como quiso, y en el tiempo por él mismo predeterminado,
manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas las cosas.
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera
invisible para el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra
se hizo entonces visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz que
es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida en el ser de la
creatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre
empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo,
pudiera alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso
aparecer como hijo de Dios; pues, en efecto todas las cosas fueron
hechas por el Hijo, pero él es engendrado únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración
del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en
síntesis todo lo que dijeron los profetas, de mostrando así que es
realmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: En
el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y
la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella
no se hizo nada de lo que se ha hecho. Y más adelante: El mundo se hizo
por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron.

domingo, 16 de diciembre de 2012

UNA REFLEXION SOBRE LA ESCATOLOGIA






Puesto que estamos en el tiempo de Adviento, sugiero una reflexión sobre la Escatología.
Podemos decir que se trata del futuro del hombre en referencia con la promesa de Jesús  y, que aguardamos con Esperanza.
Es obvio, que en las Escrituras se anuncia la consumación de la historia terrenal pero se tiene en cuenta los límites del presente, es decir, el hombre que se queda  en este “tiempo verbal” es un irresponsable, el que se centra en el pasado se despersonaliza por tanto la “responsabilidad” mira hacia el futuro (acordémonos de la parábola de los talentos o de Lot mujer de Set –Sodoma y Gomorra). En esto consiste la Escatología, no la curiosidad del-mas allá- si no la interpretación del – mas acá  - .
Así pues entiendo que la Escatología cumple dos misiones, dar sentido al presente a la vez que se observa lo que se gesta en ese presente. Al hablar de futuro hablamos de novedad – innovación-, de ahí la diferencia entre escatología y apocalíptica. La primera ya la hemos vivido con la presencia de Jesús – como hombre- en la tierra, es por eso  por lo que  se parte de una Realidad Histórica determinada y que anuncia el futuro de esta. Este razonamiento nos lleva a pensar que la Escatología no es una Utopía.
Confió hermanos en haber aportado un granito.
Non nobis...
Frey + José Antonio Moya Carreño. 
Caballero del Temple

La espiritualidad en la accion caritativa y social de la Iglesia (1ª parte)

BENEDICTO XVI Motu Proprio sobre el SERVICIO DE LA CARIDAD: Nueva carta apostólica en forma de ‘motu proprio’ de Benedicto XVI
«La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: Anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra» (Carta enc. Deus caritas est, 25). El servicio de la caridad es también una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y expresión irrenunciable de su propia esencia (cf. ibíd.); todos los fieles tienen el derecho y el deber de implicarse personalmente para vivir el mandamiento nuevo que Cristo nos dejó (cf. Jn 15, 12), brindando al hombre contemporáneo no sólo sustento material, sino también sosiego y cuidado del alma…”.

Diez claves para entenderla Acción Caritativa y social de la Iglesia. 





 

jueves, 13 de diciembre de 2012

JUEVES, II SEMANA DE ADVIENTO. EL AMOR DESEA VER A DIOS


Isaías 26,7-21

26:7 El camino del justo es rectitud; tú, que eres recto, pesas el camino del justo.
26:8 También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma.
26:9 Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
26:10 Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová.
26:11 Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá.Hebreos 10. 27
26:12 Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.
26:13 Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre.
26:14 Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo.
26:15 Aumentaste el pueblo, oh Jehová, aumentaste el pueblo; te hiciste glorioso; ensanchaste todos los confines de la tierra.
26:16 Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste.
26:17 Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová.
26:18 Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo.
26:19 Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos.
26:20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.
26:21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.

El amor desea ver a Dios
San Pedro Crisólogo

Pedro, llamado Crisólogo (que significa 'palabra de oro'), (380 o 406-450) sacerdote italiano, arzobispo de Rávena (433-450), santo, Padre de la Iglesia y proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Benedicto XIII en 1729. Nació en la ciudad de Imola, en la Emilia, en una fecha indeterminada, entre 380 y 406. Su padre había sido obispo de su ciudad y, tras su muerte, fue bautizado y educado por el nuevo obispo, Cornelio de Imola. Su educación concluye con su ordenación como diácono hacia el 430.
Se le atribuyen 725 sermones, algunos de ellos de autenticidad discutible, aunque en los dos últimos siglos se han descubierto otros inéditos o perdidos. La mayor parte tienen contenido apologético y moral; esta cuestión es curiosa, ya que el santo vivió inmerso en las querellas cristológicas, y sólo algunos de sus textos tratan el tema de la Encarnación del Verbo, en los que presenta la postura ortodoxa y refuta las diversas herejías de la época: el arrianismo, el nestorianismo y el monofisismo. Se sabe que Eutiques, en sus primeros enfrentamientos con el Patriarcado de Constantinopla (499), consultó a Pedro Crisólogo, y su respuesta ortodoxa se encuentra en el epistolario de León I Magno. El grupo más importante de sermones está orientado a la formación de los catecúmenos, antes de recibir el Bautismo: así, siete de ellos son explicaciones del Símbolo (Sermones 56-62) y otros tantos son comentarios de la oración dominical (Sermones 77-82). El resto son homilías breves para el comentario de la Sagradas Escrituras leídas durante los oficios litúrgicos, con contenido fundamentalmente moral.
Murió en su ciudad natal, en Imola, cercana a Rávena, en 450, y su fama de santidad se fijó al poco tiempo, siendo reconocidas sus virtudes por el propio papa León I.


Sermón 147

Al ver Dios que el temor arruinaba el mundo, trató inmediatamente
de volverlo a llamar con amor, de invitarlo con su gracia, de sostenerlo
con su caridad, de vinculárselo con su afecto.
Por eso purificó la tierra, afincada en el mal, con un diluvio vengador,
y llamó a Noé padre de la nueva generación, persuadiéndolo con suaves
palabras, ofreciéndole una confianza familiar, al mismo tiempo que lo
instruía piadosamente sobre el presente y lo consolaba con su gracia,
respecto al futuro. Y no le dio ya órdenes, sino que con el esfuerzo de
su colaboración encerró en el arca las criaturas de todo el mundo, demanera que el amor que surgía de esta colaboración acabase con el temor
de la servidumbre, y se conservara con el amor común lo que se había
salvado con el común esfuerzo.
Por eso también llamó a Abrahán de entre los gentiles, engrandeció
su nombre, lo hizo padre de la fe, lo acompañó en el camina, lo protegió
entre los extraños, le otorgó riquezas, lo honró con triunfos, se le obligó
con promesas, lo libró de injurias, se hizo su huésped bondadoso, lo
glorificó con una descendencia de la que ya desesperaba; todo ello para
que, rebosante de tantos bienes, seducido por tamaña dulzura de la
caridad divina, aprendiera a amar a Dios y no a temerlo, a venerarlo con
amor y no con temor.
Por eso también consoló en sueños a Jacob en su huida, y a su regreso
lo incitó a combatir y lo retuvo con el abrazo del luchador; para que
amase al padre de aquel combate, y no lo temiese.
Y así mismo interpeló a Moisés en su lengua vernácula, le habló con
paterna caridad y le invitó a ser el liberador de su pueblo.
Pero así que la llama del amor divino prendió en los corazones
humanos y toda la ebriedad del amor de Dios se derramó sobre los
humanos sentidos, satisfecho el espíritu por todo lo que hemos recordado,
los hombres comenzaron a querer contemplar a Dios con sus ojos
carnales
Pero la angosta mirada humana ¿cómo iba a poder abarcar a Dios,
al que no abarca todo el mundo crea do? La exigencia del amor no atiende
a lo que va a ser o a lo que debe o puede ser. El amor ignora el juicio carece
de razón, no conoce la medida. El amor no se aquieta ante lo imposible,
no se remedia con la dificultad.
El amor es capaz de matar al amante si no puede alcanzar lo deseado;
va a donde se siente arrastrado, no a donde debe ir.
El amor engendra el deseo, se crece con el ardor y, por el ardor, tiende
a lo inalcanzable. ¿Y qué más?
El amor no puede quedarse sin ver lo que ama: por eso los santos
tuvieron en poco todos sus merecimientos, si no iban a poder ver a Dios.
Moisés se atreve por ello a decir: Si he obtenido tu favor, enséñame
tu gloria.
Y otro dice también: Déjame ver tu figura. Incluso lo mismos gentiles
modelaron sus ídolos para poder contemplar con sus propios ojos lo
que veneraban en medio de sus errores.

martes, 11 de diciembre de 2012

SOBRE LA ESPERANZA (T.MERTON)

No somos perfectamente libres, sino hasta que vivimos en esperanza pura: porque cuando nuestra esperanza es pura, ya no confía exclusivamente en medios humanos y visibles, ni descansa en ningún fin visible. El que espera en Dios, confía en que Dios, a quien nunca ve, lo conduzca a la posesión de cosas inimaginables.

Cuando no deseamos las cosas de este mundo por ellas mismas, nos hacemos capa
ces de verlas tales como son. Vemos al mismo tiempo su bondad y su fin, y podemos apreciarlas como nunca las habíamos apreciado. Al libramos de ellas, comienzan a agradamos. Al dejar de confiar en ellas solas, pueden servimos. Puesto que no dependemos ni del placer ni de la ayuda que obtenemos de las cosas, éstas nos brindan placer y ayuda, ordenados por Dios. Pues Jesús dijo: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas (es decir, todo lo que necesitáis para vuestra vida terrena) se os darán por añadidura" (Mateo 6.33)".
 
 
"La esperanza es proporcional al desprendimiento. Ella lleva nuestra alma al estado del más perfecto desprendimiento. Al hacerla así, restaura todos los valores, colocándolos en su orden adecuado. La esperanza vacía nuestras manos para que

podamos trabajar con ellas; nos muestra que tenemos algo por qué trabajar; y nos enseña cómo trabajar por ese algo.
Sin esperanza, la fe sólo nos da conocimiento de Dios. Sin amor y sin esperanza, la fe sólo lo conoce como extraño. Porque la esperanza nos arroja en los brazos de Su misericordia y de Su providencia. Mas, si esperamos en Él, no sólo llegamos a saber que es misericordioso, sino también experimentamos Su misericordia en nuestra vida".
"Los hombres no son islas".
 
Thomas Merton

 
 

sábado, 8 de diciembre de 2012

SERMONES DE SAN BERNARDO, EN LA FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION-

Sermon de San bernardo en la Festividad de la Inmaculada Concepcion



DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA


SERMÓN DEL ACUEDUCTO
" Cuando el cielo goza ya de la presencia de la Virgen fecunda, la tierra venera su memoria. Allí se halla la posesión de todo bien, aquí el recuerdo; allí la saciedad, aquí una tenue prueba de las primicias; allí la realidad, aquí el nombre."


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