miércoles, 3 de julio de 2013

VUESTRA VOCACION ES LA LIBERTAD

COMENTARIOS A Gálatas 4,31-5,1,13-18:
Vuestra vocación es la libertad. Liberación personal del pecado para vivir totalmente con fidelidad al designio de Dios sobre nosotros. La libertad del justo es una libertad en el amor al prójimo por Dios. Esto, paradójicamente, nos lleva a una esclavitud al servicio del hermano. Es también una libertad en el Espíritu Santo, que dirige la vida de los justos y la orienta por un camino espiritual contrario a las apetencias de la carne, cuya vida es antagónica a la del Espíritu, totalmente dominada por lo divino y sobrenatural.

 Dice San Juan Crisóstomo:

«Cristo nos liberó del yugo de la esclavitud, nos hizo responsables de nuestras actuaciones, pero no para que empleáramos ese poder para el mal, sino como ocasión de alcanzar un premio mayor, elevándonos a un nivel más alto de vida. Puesto que en varias ocasiones llama a la ley yugo de esclavitud y a la gracia liberación de la maldición, a fin de que nadie creyese que prescribe abandonar la ley porque fuera lícito vivir de forma contraria a la ley, corrige esta suposición diciendo: ordeno esto, no para que surja una forma de vida inicua, sino para que la vida cristiana vaya más allá de la ley, pues las ataduras de la ley han sido destruidas.

«No digo todo esto para que seamos pusilánimes, sino para que alcancemos un nivel más alto.. Andad según el Espíritu y no deis satisfacción al deseo de la carne. He aquí que señala otro camino que hace accesible la virtud y que da cumplimiento a cuanto se ha dicho, camino que engendra amor y que viene reforzado por el amor. Pues nada, nada inclina tanto al amor como el ser espiritual, y nada induce al Espíritu a permanecer con nosotros como la fuerza del amor... El que posee el Espíritu, tal y como conviene, apaciguará gracias a él todos los malos deseos. El que se ve libre de estos, no necesita del auxilio de la ley, porque se encuentra en una situación más elevada con respecto a sus preceptos...» (Comentario a la Carta a los Gálatas V,3-6).


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