jueves, 29 de agosto de 2013

LA ESCUELA DE CRISTO: LA CARIDAD

Ésta es la escuela de Cristo: la caridad

Nosotros, hermanos, que por Cristo nos llamamos y somos cristianos, despreciando todos los bienes terrenos, transitorios y caducos junto con sus ciegos adoradores, deseosos de adherirnos a sólo Dios, cimentémonos en la caridad, para que merezcamos llamarnos y ser discípulos de aquel que a sus discípulos —y a nosotros por su medio— les dejó este mandato: La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.
En esto, pues, se distinguirán los hijos de la luz de los hijos de la tiniebla, los discípulos de Cristo de los discípulos del diablo: si las entrañas de la caridad recíproca se hacen extensivas a todos. La caridad no excluye a ninguno, sino que a todos abarca, entregándose a todos sin distinción.







La caridad es el afecto del alma, que estrecha a Cristo con los brazos del amor. La caridad es el amor que abarca cielo y tierra: la caridad es el amor invencible, que no sabe ceder ni ante los suplicios ni ante las amenazas. La caridad es el vínculo indisoluble del amor y de la paz: la caridad, reina de las virtudes, no teme el encuentro con ningún vicio, sino que habiendo recibido en prenda la sangre de Cristo y llevando sobre la frente el estandarte de la cruz, pone en fuga a todos los adversarios, y no hay quien pueda resistir a su ímpetu.
 
Beato Ogerio de Lucedio
Sermón 5 (5: PL 184, 901-902)



Quién pretenda trabajar por la caridad, debe entender que es un desprendimiento de ti mismo,  de ti por los demás pero sobre todo por amor de Dios.  Estás llevando a Cristo hacia la otra persona, estás siendo Cristo, actuando como El y viviendo como El. La entrega sin esperar es la manifestación más importante de la Fe y de la presencia de Ntro Señor. Haz de  este mundo un espacio de Paz, de amor, de entrega sin límites, de espera sin límites y si es preciso renunciar a tí mismo por el amor que sientes por Dios, hazlo aunque te lleve a sacrificar muchas veces los propios intereses, sentimientos. nada es más preciado que sentir el amor del Padre, y sentir que llevas a Dios en tí, y que haces de ese amor centro de toda tu vida.

 Quién no entienda esto no puede entender por qué las personas renunciamos a veces parte de nuestro tiempo en ejercer esa parte tan importante como es llevar el amor al otro, la atención, solamente una palabra un gesto, un abrazo en esta sociedad tan necesitada hoy de valores, somos nosotros puede que con nuestras creencias, o sin ellas, diferentes, distintas que nos hacen únicos y diferentes pero nos hacen humanos podamos sentarnos un día a decir estoy aquí para ayudarte y no espero nada más que tu sonrisa para hacerte un poquito más féliz.

Sor+ Isabel María Pérez Moreno
Dama del Temple 

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