1."Invitación a Amar"
EL CAMINO A LA CONTEMPLACIÓN CRISTIANA
Este libro ha resultado de un esfuerzo continuo por volver a presentar
el camino espiritual de la cristiandad en una forma que sea accesible
para los seguidores contemporáneos de Cristo. Durante los primeros
dieciséis siglos de la historia de nuestra iglesia, la oración
contemplativa era reconocidamente la meta de la espiritualidad cristiana
tanto para el clero como para la gente laica. A raíz de la reforma esta
tradición, al menos en su forma de tradición viva, prácticamente
desapareció. Ahora en el siglo veinte ha comenzado la recuperación de la
tradición contemplativa cristiana con la introducción de los diálogos
interculturales y con las investigaciones históricas.
Invitación a amar from rezmo
2. COMIENZA EL PREFACIO DEL ABAD ELREDO AL LIBRO QUE SE TITULA “EL ESPEJO DE LA CARIDAD”
2. COMIENZA EL PREFACIO DEL ABAD ELREDO AL LIBRO QUE SE TITULA “EL ESPEJO DE LA CARIDAD”
1. Sin duda alguna, la humildad verdadera y discreta es la virtud de
los santos; en cambio, yo y los que son como yo carecemos de esa virtud.
De ella dice el profeta: Mira mi humildad y líbrame . No pedía que le
librase de ninguna virtud, ni se engreía de la humildad, sino que
imploraba ayuda en su abyección. ¡Qué miserable es mi humildad, y ojalá
que así como es verdadera fuese también una virtud discreta, si para que
no parezca que la empaño con una importuna desobediencia, obedezco a la
súplica tan amable, al mandato y a la persuasión, porque es digno,
aunque por mi parte se hará con menos dignidad! Acojo, pues, una tarea
imposible, inexcusable y digna de acusación; imposible por mi
pusilanimidad, inexcusable por tu mandato y expuesta a la acusación por
cualquiera que la examine.
El espejo de la caridad san elredo de rieval(1) from rezmo
3.Padres Cistercienses
3.Padres Cistercienses
"Carísimos hermanos en Cristo , tal vez soy importuno y me atrevo más
de lo debido al hablaros con tanta sinceridad. Perdonadme. Es que se me
ha dilatado el corazón. Abridme también el vuestro , os lo ruego, y
comprendedme porque soy todo vuestro en las entrañas de Aquel en quien
nos amamos mutuamente".
"CARTA DE ORO"_Guillermo de saint-Thierry
Carta de oro guillermo de saint thierry from rezmo
4. "Una espiritualidad desde abajo."
4. "Una espiritualidad desde abajo."
El diálogo con Dios desde el fondo de la persona.
Por: Anselm Grün y Meinrad Dufner.
Introducción
En la historia de la espiritualidad se pueden distinguir dos corrientes
clasificatorias. Hay una espiritualidad desde arriba, que parte de los
principios de arriba y desciende a las realidades de abajo. Y hay otra
espiritualidad desde abajo, que parte de las realidades de abajo para
elevarse a Dios. La espiritualidad desde abajo afirma que
Dios habla en la Biblia y por la Iglesia pero también nos habla por nosotros mismos a
través de nuestros pensamientos y sentimientos, por nuestro cuerpo, por nuestros
sueños, hasta por nuestras mismas heridas y presuntas flaquezas. La
espiritualidad desde abajo ha sido practicada principalmente dentro del
monacato. Los monjes antiguos comenzaron a estudiar la posibilidad de
llegar al conocimiento y trato con Dios partiendo del análisis de las
propias pasiones y del autoconocimiento.
Introducción
En la historia de la espiritualidad se pueden distinguir dos corrientes clasificatorias. Hay una espiritualidad desde arriba, que parte de los principios de arriba y desciende a las realidades de abajo. Y hay otra espiritualidad desde abajo, que parte de las realidades de abajo para elevarse a Dios. La espiritualidad desde abajo afirma que
Dios habla en la Biblia y por la Iglesia pero también nos habla por nosotros mismos a
través de nuestros pensamientos y sentimientos, por nuestro cuerpo, por nuestros
sueños, hasta por nuestras mismas heridas y presuntas flaquezas. La espiritualidad desde abajo ha sido practicada principalmente dentro del monacato. Los monjes antiguos comenzaron a estudiar la posibilidad de llegar al conocimiento y trato con Dios partiendo del análisis de las propias pasiones y del autoconocimiento.
Espirit abajo a_grun from rezmo
5.
Thomas Merton "Vida y Santidad"
5.
Thomas Merton "Vida y Santidad"
Introducción
Éste pretende ser un libro muy sencillo, un tratado elemental sobre
unas pocas ideas fundamentales de la espiritualidad cristiana. De aquí
que haya de ser útil a todo cristiano y, más aún, a cualquier persona
que desee familiarizarse con algunos principios de la vida interior tal
como la entiende la Iglesia católica. Nada se dice aquí de temas como la
«contemplación» o la «oración mental». Y, sin embargo, el libro subraya
aquel aspecto de la vida cristiana que es a la vez el más común y el
más misterioso: la gracia, el poder y la luz de Dios en nosotros, que
purifican nuestros corazones, nos transforman en Cristo, nos hacen
verdaderos hijos de Dios y nos capacitan para actuar en el mundo como
instrumentos suyos para el bien de todos los hombres y para su gloria.
Ésta es, por lo tanto, una meditación sobre algunos temas
fundamentales apropiados para la vida activa. Tenemos que decir de
inmediato que la vida activa es esencial para todo cristiano. Claro está
que la vida activa debe tener más significado que la vida que se lleva
en los institutos religiosos de varones y mujeres que se dedican a la
enseñanza, al cuidado de los enfermos, etcétera. (Cuando se habla de la
«vida activa» frente a la «vida contemplativa», el sentido es el
descrito). Aquí la acción no se considera opuesta a la contemplación,
sino como una expresión de la caridad y como una consecuencia necesaria
de la unión con Dios por el bautismo.
La vida activa es la
participación del cristiano en la misión de la Iglesia en la tierra, y
esto significa llevar a otras personas el mensaje del Evangelio,
administrar los sacramentos, realizar obras de misericordia, cooperar en
los esfuerzos mundiales por la renovación espiritual de la sociedad y
el establecimiento de la paz y el orden sin los cuales la raza humana no
puede alcanzar su destino. Incluso el «contemplativo» enclaustrado está
implicado inevitablemente en las crisis y los problemas de la sociedad a
la que todavía pertenece como miembro (ya que participa en sus
beneficios y comparte sus responsabilidades). También él tiene que
participar «activamente» hasta cierto punto en la obra de la Iglesia, no
sólo con su oración y santidad, sino también con su comprensión y
solicitud.
Incluso en los monasterios contemplativos el trabajo
productivo es esencial para la vida de la comunidad, y representa por lo
general un servicio para la sociedad en su conjunto. Incluso los
contemplativos, pues, quedan implicados en la economía de la nación a
que pertenecen. Es justo que deban comprender la naturaleza de su
servicio y algunas de sus implicaciones. Esto es aún más cierto cuando
el monasterio ofrece a las personas el «servicio» –muy esencial, por
cierto– de cobijo y recogimiento durante los tiempos de retiro
espiritual.
Pero he declarado que este libro no va a tratar sobre
los contemplativos. Baste decir que todos los cristianos deberían poner
interés en la «vida activa» tal como aquí será tratada: la vida que,
respondiendo a la divina gracia y en unión con la autoridad visible de
la Iglesia, dedica sus esfuerzos al desarrollo espiritual y material de
toda la comunidad humana.
No quiere ello decir que este libro
pretenda tratar de las técnicas específicas apropiadas para la acción
cristiana en el mundo. Su ámbito de interés se concreta más bien en la
vida de la gracia de la cual debe brotar toda acción cristiana válida.
Si la vida cristiana es como una vid, entonces este libro tiene que
tratar más del sistema de sus raíces que de las hojas y los frutos.
¿Es extraño que, en este libro sobre la vida activa, se acentúe no
tanto lo referente a la energía, fuerza de voluntad y acción, como lo
relativo a la gracia y la interioridad? No, puesto que éstos son los
verdaderos principios de la actividad sobrenatural. Una actividad basada
en las acometidas e impulsos de la ambición humana es un espejismo y un
obstáculo puesto a la gracia. Se interpone en el camino de la voluntad
de Dios y crea problemas, en vez de resolverlos. Debemos aprender a
distinguir entre la pseudo-espiritualidad del activismo y la auténtica
vitalidad y energía de la acción cristiana guiada por el Espíritu. Al
mismo tiempo, no hemos de crear una división en la vida cristiana dando
por supuesto que toda actividad es en cierto modo peligrosa para la vida
espiritual. La vida espiritual no es una vida de retiro y quietud, un
invernadero donde crecen prácticas ascéticas artificiales fuera del
alcance de la gente de vida ordinaria. Donde el cristiano puede y tiene
que desarrollar su unión espiritual con Dios es precisamente en sus
deberes y trabajos de la vida ordinaria.
Este principio no es en
modo alguno nuevo. Pero quizá no sea fácil de aplicar en la práctica. Un
escritor o predicador que suponga que es fácil, puede desorientar
gravemente a aquellos que intentan seguir su consejo. El trabajo en un
contexto humano normal y sano, el trabajo con una medida humana sana y
moderada, integrado en un medio social productivo, es por sí solo capaz
de contribuir mucho a la vida espiritual. Pero el trabajo desordenado,
irracional, improductivo, dominado por los agotadores afanes y excesos
de una lucha a escala mundial por el poder y la riqueza, no va
necesariamente a aportar una contribución válida a las vidas
espirituales de todas las personas que lo realizan. De aquí que sea
importante considerar la naturaleza del trabajo y su lugar en la vida
cristiana.
A dicho asunto dedica este libro algunas páginas,
aunque no lo trate de forma exhaustiva. Hemos ignorado zonas enteras de
angustia y confusión. He creído suficiente indicar brevemente que el
trabajo diario del ser humano es un elemento importantísimo de la vida
espiritual y que, para que el trabajo sea realmente santificador, el
cristiano no debe sólo ofrecerlo a Dios en un esfuerzo mental y
subjetivo de su voluntad, sino que debe afanarse por integrarlo en el
esquema completo del afán cristiano en pro del orden y la paz en el
mundo. El trabajo de todo cristiano no sólo debe ser honrado y decente,
ni sólo productivo, sino que debe rendir un servicio positivo a la
sociedad humana. Debe tener parte en el esfuerzo general de todos los
hombres por una civilización pacífica y rectamente ordenada en este
mundo, porque de este modo nos ayuda inmejorablemente a prepararnos para
el otro.
El esfuerzo cristiano por llegar a la santidad (un
esfuerzo que sigue siendo esencial en la vida cristiana) debe, pues, ser
situado hoy dentro del contexto de la acción de la Iglesia en el umbral
de una nueva era. No nos está permitido engañarnos a nosotros mismos
con una retirada a un pasado ya desvanecido. La santidad no es ni ha
sido nunca una deserción de la responsabilidad y de la participación en
la tarea fundamental del ser humano de vivir justa y productivamente en
comunidad con sus semejantes.
El papa Juan XXIII inauguró el
concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962, con estas palabras,
profundamente conmovedoras: «En el orden actual de las cosas, la divina
Providencia nos guía hacia un nuevo orden de relaciones humanas que, por
los esfuerzos de los hombres y aún más allá de sus perspectivas, están
encaminadas hacia el cumplimiento de los designios altísimos e
inescrutables de Dios».
La santidad cristiana en nuestra época
significa más que nunca la conciencia de nuestra común responsabilidad
de cooperar con los misteriosos designios de Dios para la raza humana.
Esta conciencia será ilusoria a menos que esté iluminada por la gracia
divina, robustecida por un esfuerzo generoso y perseguida en
colaboración no sólo con las autoridades de la Iglesia, sino con todos
los hombres de buena voluntad que están trabajando sinceramente por el
bien temporal y espiritual de la raza humana.
THOMAS MERTON
Vid ay santidadtexto from rezmo
6.
El interés de la obra de adán de Perseigne se fundamenta especialmente
en sus cartas que, por primera vez, se presentan en castellano. No son
muchas, pero forman un conjunto bastante homogéneo. A todos los
destinatarios (Papa, nobles, abades, cartujos, monjas) enseña medios y
gozos de la contemplación, la unión con Dios por Cristo, la
Disponibilidad a la acción del Espíritu Santo. Pero su doctrina se
centra sobre todo en el terreno monástico y cisterciense y su teología
no es conjunto de abstracciones o una síntesis de ideas, sino una
sabiduría que hunde sus raíces en la vida.
6.
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